jueves, 20 de marzo de 2014

Iniciando la temporada.


El pasado sábado 15 de marzo decidimos sacar a navegar a nuestro viejo vaurien. Después del letargo invernal apetecía bastante. Un día soleado, con buena temperatura y un poquito de viento, no es para desaprovechar, sobre todo cuando conocemos la energía positiva que unas horas de “viento y mar”, aunque sean flojos ambos, te pueden aportar.

Salimos de Aldeavieja, con viento de NE, sentados proel a sotavento en el banco interior y timonel a barlovento en cubierta, con los pies enganchados en las cinchas para compensar un poco las rachillas. Al llegar a los vagones, notamos como la cosa se animaba, el viento parecía venir un poco más del norte y tras pasar Isla Conejos entraba mucho mejor, nos pusimos los dos a hacer banda, sin mucho esfuerzo.

No teníamos rumbo fijo, íbamos con intención de parar a comer tranquilamente en cualquier lado, pero, como nos sucede muchas veces, la posibilidad de encontrarnos a algún que otro navegante por esas latitudes, nos impulsó a acercarnos hasta Pelayos, a pesar de que el viento se iba convirtiendo en terral y traicionero.

Tan traicionero como que llegando a la orilla de Pelayos el agua se rizó en lo que parecía una racha, no le di mayor importancia y seguí con la virada que tenía iniciada, al virar por avante me di cuenta de que la vela, en lugar de cambiar, se hinchaba más y la botabara tiraba para arriba ¡Como precediendo a una violenta trasluchada! En seguida solté escota y timón, dejando que el barco se aproara viniera de donde viniera el viento. No era una racha sino el típico remolino terral que en alguna ocasión más he sufrido en esta zona. Pasó el remolino y todo volvió a la normalidad. Desde la orilla parecía que no soplaba apenas, nosotros sabíamos que sí, así que comimos tranquilamente. Ni un alma náutica más por los alrededores.

Salimos de vuelta muy despacito, esperando que el viento cogiera algo de fuerza. En la orilla margen derecha, a babor nuestro ¡Aviso para navegantes! Un bajío del que me acordaba pero no ubicaba exactamente me hizo estar lo suficientemente atento como para levantar del todo la orza en el momento que lo vi, amenazante y perfectamente nítido, el timón no llegó a tocar. El nivel del pantano: Ligeramente por debajo del último árbol de Aldeavieja, IC era isla por muy poquito.

Ya en el brazo de Cañal el viento soplaba lo suficiente como para plantear una empopada digna aunque muy relajada. Fueron tres horitas de navegación, llegamos con tiempo suficiente para recoger todavía con un agradable sol.

Saludos.